Los años 90, fueron duros para el sector de las enmarcaciones; el comercio tradicional en general sufrió una crisis de consumo y por tanto, de ventas. Se estaban llevando a cabo cambios, como en todas las crisis, que hacían insostenibles muchas viejas estructuras. Así, quien no adaptara su negocio optimizando la producción y reduciendo sus costes, estaba en serio peligro de sucumbir. Como el nuestro siempre ha sido un sector sometido al más estricto régimen de libre competencia (ni una ayuda, ni una subvención….) sucedió, pues, que también nosotros tuvimos que adaptarnos para sobrevivir.
En el ‘98, habiendo ya cerrado una de las tres tiendas, dividimos el negocio mi socio y yo: Él no deseaba taller.
En aquel momento habían proliferado los talleres industriales de enmarcación que distribuían muestrarios de molduras en toda clase de comercios: tiendas de fotografía, cristalerías, tiendas de manualidades y bellas artes, estudios y academias de pintura, etc. que competían ahora con nosotros. Ellos vendían y el taller recogía los encargos y entregaban los trabajos terminados dos veces por semana.
Ya hacía algún tiempo que desviábamos parte de las labores, la parte más mecánica como el corte y el ensamblado de la moldura, a uno de esos talleres, lo que nos permitió tener un extenso muestrario de molduras (sin necesidad de tener stock de todas ellas en nuestro pequeño almacén) pero manteniendo en nuestro propio taller el montaje final de los trabajos, que era la única manera de garantizar la excelencia en el acabado y la calidad de los remates así como también ciertas especialidades exclusivas que pocos de nuestros competidores podían siquiera ofrecer. Ese fue mi criterio y por eso a finales del ‘98 mi socio se quedó con una de las tiendas y yo con la otra y el taller.
Tuvimos que despedir a los dos operarios del taller y se incorporó mi esposa, que conmigo y nuestra dependienta, los tres, iniciamos la andadura de “Martí L’art, Artes Decorativas” y hasta el día de hoy.
Aunque ese inicio fue en 1998 y desde entonces ha habido buenos tiempos, muy buenos, también he de decir que el día de hoy la cosa es otra historia. Este “hoy” sí que es un tótum revolútum en nuestro sector. Hoy sí que hemos tenido que reinventarnos de verdad.